martes, 14 de agosto de 2012

Crónicas de un Náufrago.

Me encontraba viajando de aquí para allá con mi barca. Estaba contento, pues, esta barca era resistente, y nunca había tenido ningún susto con ella (pues otras barcas, al ser construidas de otra manera, se rompían antes).
Cierto día, se rompió el timón de mi barca. Pasé la noche en vela, intentando arreglarlo, pues no iba a dejar que esta barca naufragara tán fácilmente, pues sabía de qué pasta estaba hecha. Todo fué en vano: un par de días después, y con el agua hasta las rodillas, se hundió del todo.
El cielo estaba estrellado, pero soplaba aire de tormenta.
Me desperté, y ví que me encontraba sobre la arena, pero no sabía dónde. Decidí echar un ojo, a partir de ese momento, me atormenté: Estaba sólo, era como un peñón, con playa, pero rematadamente solitario. Corrí, y corrí, bordeando la orilla, para encontrar una salida, los antiguos restos de mi barca podrían estar aún en condiciones. Pero no, nada dió resultado.
Así que me senté en la orilla, a ver la puesta de sol, y aceptar el presente: SOY UN NÁUFRAGO. Ya vendrán a por mí, mientrastanto, me mantendré con vida, comiendo de lo que la soledad de la isla me preste.


No hay comentarios:

Publicar un comentario